Extracto tomado del mensaje de la CLAR del pasado 18 de junio con motivo del quinto aniversario de la Laudato Si´

La coyuntura actual nos ha sorprendido con una situación que nos abruma por la envergadura de los hechos. De pronto, y sin previo aviso, un virus ha paralizado el mundo. En medio del temor ha dejado al descubierto una verdad primigenia: todo está profundamente interconectado. ¡Nos necesitamos! Solos no podemos. La pandemia nos ha situado en clave de solidaridad universal. La vida humana y el cuidado de nuestro hábitat común recobran valor más allá de nacionalidad, religión, etnia, historia y tradición. El imperativo Cuidado de las criaturas y por ende, de la Casa común, adquiere un carácter de urgencia ineludible.

Como en la Casa de Caná de Galilea, la intención mariana nos avisa que ya es la hora de romper la autorreferencialidad, trascender las coordenadas locales y abrirnos a la realidad sufriente de los sin techo, de quienes padecen sufrimientos al interior de sus casas, de este bello planeta azul que es nuestra gran Casa.

Esta hora está marcada por dos fuerzas que invaden nuestro tiempo y vida. La del virus, que nos amenaza, y la de la Laudato Si’, que nos da esperanza. Ambas muestran las profundas contradicciones de nuestro sistema (el ‘mundo’ del cual el Evangelio de Juan nos pide alejarnos). Ambas exigen una reconstrucción del sistema de relaciones a largo plazo: una regeneración.

La Iglesia primitiva germinó en las casas, pero casas que se abrieron, para recibir a la comunidad, perforando así los esquemas de protección y aislamiento de cada familia.

En camino para el cuidado de la Casa Común

El post-pandemia deberá ser, por tanto, un camino del ‘quédate en casa’ a una efectiva ‘Iglesia en salida’, que con osadía va al encuentro de quienes la necesitan.

¿En salida para dónde? ¡Vamos a la Casa Común! El pasado 18 de junio, el Vaticano ha presentado el documento “En camino para el cuidado de la casa común”.  (Puedes verlo en YouTube o descargar el PDF) con un interesante énfasis sobre los procesos educativos, pistas de buenas prácticas en algunos aspectos sensibles al daño en los ecosistemas e ideas para implementar la ecología integral propuesta por Laudato Si´.

Es la hora para empeñarnos en que no siga el avasallante proceso de privatización de la vida. La Casa es Común porque los bienes son comunes (el agua, la tierra, el aire, el tiempo, el trabajo…).

Es la hora de releer y reinterpretar la pobreza, obediencia y castidad en clave de una cultura del cuidado. Nuestra hora profética encuentra en este Año Laudato Si´, una oportunidad privilegiada para vivir Laudato Si’ con sus implicaciones en la economía, educación, política, espiritualidad, liturgia, en fin, en la intimidad de la vida cotidiana.

Reiteramos el propósito de asumir una política de ecología integral en cada uno de nuestros ámbitos de acción. Para ello, optamos por la coherencia comunitaria, bajo el mismo techo y espíritu de la casa Nazareth, en un permanente discernimiento sobre los hábitos de consumo, la selección de proveedores y la inversión ética de fondos. Nuestras casas son santuarios del cuidado mutuo como hermanas y hermanos. El autocuidado y la defensa de la integridad de la creación son dos expresiones complementarias de la paz que se basa en la justicia social y climática e incluye procesos de perdón, reconciliación, reparación y no repetición.

¡Ya es la hora!

Es la hora de introducir prácticas de la ecología integral en las diferentes etapas de la formación de la Vida Religiosa.

Es la hora de la incidencia ciudadana en planes de ordenamiento territorial, políticas públicas, elección de gobernantes y en general, configuración del Estado para que respete los Derechos Humanos y del Ambiente.

Es la hora de las alianzas, de las redes, de la sinodalidad, porque nuestro testimonio del Evangelio vivo, se concretiza en la especificidad de cada territorio. La actitud e interés será la de tejer e interligar, las relaciones entre los seres humanos y su entorno, para que el vino bueno no falte jamás en la Pascua de la creación, de la que somos arte y parte.

La fiesta no puede acabar…

Publicado por la CLAR