DIVINA PASTORA

María, DIVINA PASTORA en la vida de MARÍA ANA

La figura de María, bajo el título de Divina Pastora o Madre del Divino Pastor, hace su aparición en la vida de María Ana con los primeros contactos con la Orden Capuchina. Esta devoción es en María Ana de un arraigo profundo y la evidencia en múltiples formas.

La imagen de María, bajo este título, es reveladora de la ternura de la Pastora para con sus ovejas. Lo cierto es que ha calado muy hondo en la Orden Capuchina y María Ana se imbuirá de ella desde los primeros años de su vida religiosa. Marcada por una fuerte espiritualidad mariana, dirán los testimonios:

«…principalmente la advocación de la Divina Pastora, que era su predilecta…»

La Divina Pastora, presidirá no sólo los lugares en que se reunían las Hermanas, sino en aquellos en los que María Ana ha de ejercer su función pastoral como Superiora y como educadora.
Su amor a la Divina Pastora era tan manifiesto, que una alumna, que había vivido en el Colegio desde los seis hasta los diecisiete años, contaba, mucho tiempo después, a su hijo que la Madre Mogas «era muy devota de la Divina Pastora» y añade:

«Cuando alguna niña se portaba mal la llevaba delante de su imagen para pedir perdón; luego sacaba dulces del zurrón que tenía colgado.»

María, Divina Pastora, es Titular del Instituto, como aparece en el manuscrito de María Ana:

«En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Señor os dé su bendición y os guarde, os muestre su rostro y tenga de vosotras y de mí misericordia. Convierta su rostro y os dé paz a vosotras, Hermanas e hijas mías, y a todas las que han de venir y permanecer en nuestro Instituto y compañía, así presentes como futuras, y que hasta el fin perseveraren en todas las casas o Monasterios de las Hermanas Terciarias bajo la advocación de la Divina Pastora. Amén».

María, DIVINA PASTORA en el Instituto

Hay una presencia de textos para conocer la experiencia espiritual de María Ana, su espiritualidad mariana, que transmitió al Instituto desde sus orígenes hasta hoy.

En las Reglas de 1850 y en las modificaciones introducidas en 1862 aparece la figura de María, Divina Pastora, como Suprema Abadesa. Ha sido vivido intensamente por la Fundadora y por las Hermanas, y esta experiencia se ha incorporado al patrimonio del Instituto; aparece de nuevo en las Constituciones de 1981:

«Nuestra titular es María, Madre del Divino Pastor, considerada por nuestra Fundadora y sus compañeras como Suprema Abadesa».

Las Constituciones actuales retoman la espiritualidad mariana tradicional en el Instituto, presentando a María, Madre del Divino Pastor, como «ideal y estímulo en nuestra vida consagrada». Ella es:

  • la mujer fiel que acogió la Palabra y la hizo vida, es modelo, estímulo y garantía de nuestra consagración
  • modelo de entrega con su fiat al plan de Dios
  • mujer orante de quien hemos de aprender a meditar en nuestro corazón la Palabra de Dios
  • consagrada en todo su ser a la persona y misión salvadora de Jesús que estimula nuestra entrega a la tarea evangelizadora
  • peregrina de la fe que avanza en la unión con Jesús

María, Divina Pastora, ha de ser presencia en la vida de toda franciscana, Titular en el Instituto en el presente y en el futuro.