¡Nuestra Semana Santa y Pascua! “Aleluya Aleluya, verdaderamente ha resucitado el Señor, como anunciaron las Escrituras: Resucitaría de entre los muertos, Aleluya.

Con gran alegría y con la esperanza de que Jesús está siempre vivo entre nosotros, su pueblo amado. Queremos compartir la grata experiencia que nuestras hermanas Antonia y Clementina, desde su disponibilidad, vivieron durante la Semana Santa. Acompañaron al Padre Pedro sj, en las comunidades del interior –San Francisco, Inmaculado Corazón de María, San Antonio de Padua y Caju– del Área Misionera de Bonfim, frontera entre Brasil y la Guayana Inglesa, en la Diócesis de Roraima, en Brasil.

Estos días del Triduo Pascual, estuvieron llenos de mucha alegría, colaboración, participación y grandes encuentros con el pueblo de Dios en esta zona interior, fronteriza y periférica de nuestra diócesis.  En la tarde del Jueves Santo emprendimos la ruta por el interior del municipio de Bonfim. Al llegar a la comunidad, fuimos recibidas por la familia de la ex coordinadora, donde descansamos un rato para retomar las fuerzas del viaje. A las 18,30h participamos de la primera celebración Eucarística en la comunidad del Inmaculado Corazón de María. Después, en la comunidad de San Francisco en el pueblo de la misma zona. En ambas Iglesias celebramos el gran día del amor fraterno, con la Última Cena del Señor, el lavatorio de pies, la institución del sacerdocio y la Eucaristía, finalizando con la adoración del Señor.

En esta sencillez con el pueblo agradecemos el don más grande del amor infinito de nuestro Salvador. Después de la misa en la iglesia de San Francisco, fuimos invitadas a vivir la escenificación en la casa de un catequista. Agradecemos a la gente por su generosidad, desde el matrimonio Cristiane y Tailys por su cálida bienvenida. Nos sentimos como en casa durante estos días de fraternidad y convivencia.

Semana Santa en Bonfim 2

Celebración del día del amor extremo por excelenciaLlegó el día en el cual Jesús entregó su vida. En este día, por la mañana, nos dedicamos a visitar las familias de la parroquia. La mayoría han abandonado la práctica de la fe sin motivo. Fuimos a reavivar la luz en cada familia, llevando la fuerza y la esperanza de ser todos hijos e hijas, amados y amadas de Dios.

Entre las personas visitadas encontramos ancianos, enfermos, niños, jóvenes y muchas familias necesitadas. Al mediodía nos invitó a almorzar  un matrimonio anciano de la comunidad. Por la tarde de este gran día, a las 15 horas, celebramos la Pasión del Señor con la comunidad de San Francisco, mientras el padre Pedro iba a celebrar en la  comunidad del Inmaculado Corazón de María. Luego continuamos la visita a las casas de las familias cercanas a la iglesia para animarlos a reavivar su fe. Durante la noche silenciosa, juntamos algunas familias cercanas en la casa de joven matrimonio Cristiane y Talys, compartimos la cena en un ambiente fraterno y amistoso.

El Sábado Santo tuvimos un retiro vocacional con jóvenes vocacionados, catequistas, animadores, ministros de la Palabra y de la Eucaristía en un lugar cercano a la comunidad de Santo Antonio de Pádua, con buena participación de los miembros de las comunidades. El padre Pedro destacó la importancia de la participación activa en las comunidades y de asumir compromisos con responsabilidad y fidelidad, guiados y guiadas por la Sagrada Escritura “la vocación de Samuel, de Jeremías y de los discípulos y discípulas”.

Por la tarde celebramos la Vigilia Pascual en dos comunidades: San Francisco e Inmaculado Corazón de María. La Liturgia de la Palabra en la Noche Santa, anuncia y proclama que por la muerte y resurrección de Cristo, los seres humanos fueron redimidos. María Magdalena ve que la piedra fue retirada y el sepulcro está vacío, no pensaba en la Resurrección, buscaba a su Salvador herido y desgarrado, no le quedaba más que clamar a su Señor. María nos da ejemplo de fidelidad, perseverancia y amor en la misión.

Celebración de la Pascua de la Resurrección del Señor

Celebrada en las comunidades  Inmaculado Corazón de María, de San Antonio, hogar de una familia indígena y San Francisco. En la tarde del mismo día fuimos testigos del sacramento del matrimonio, por primera vez en esa comunidad. Al final de esa misma tarde celebramos la Eucaristía, donde el sacerdote subrayó la importancia del compromiso de los padres y madres en la familia y en la iglesia frente a este mundo lleno de violencia e injusticia. Las comunidades agradecieron inmenso nuestra presencia, estos días de convivencia y de compartir la fe juntos con las cuatro comunidades distintas.

Ha sido una experiencia muy fructífera en nuestras vidas. Que Cristo Resucitado nos fortifique en este servicio de animar a  su Pueblo amado y sufrido.

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