El Señor sigue llamando y hoy también sigue habiendo jóvenes que arriesgan su vida para dar una respuesta a esta llamada del Señor.

En Benín, en la comunidad de Cotonou, una aspirante, Rosane, hizo su entrada al postulantado el día 14 de octubre.

Enamorarme de Dios es mi mayor historia de amor; buscarlo, mi mayor aventura; encontrarlo, mi mayor logro humano”.  Así definió ella su relación con Dios.

Demos gracias al Señor que sigue bendiciendo nuestra Congregación con nuevas vocaciones, y que asegure los pasos de las que vienen.

Rosane nos cuenta su historia vocacional:

Mi vocación nació cuando aún era estudiante en el colegio.  Disfruté sirviendo en los grupos de lectores de mi parroquia.  Pero en el fondo quería más. 

Durante una celebración eucarística, mediante una lectura de la carta a los corintios, san Pablo nos invita a entregarnos a Cristo sin reservas.  Sin dudarlo, hablé con mi párroco, quien es también mi acompañante.  Me invitó a unirme al grupo de aspirantes de la parroquia.  Me gustaron las enseñanzas, las jornadas vocacionales que organizamos. 

Conocí a las Hermanas Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor en una jornada de convivencia de los aspirantes de la diócesis.  No hice mucho discernimiento porque con las hermanas descubrí la vida que quería llevar: una vida de pobreza y fraternidad a imagen de San Francisco.  Me sentí a gusto con ellas, como en casa.

Una vez que terminé mis estudios, pedí ingresar al prepostulantado.  Allí descubrí el sentido de vivir en comunidad, aprendí a trabajar la imagen de mí misma y a ser útil a los demás.

Hoy me preparo para dar un paso más: el postulantado.  Por la intercesión de la Virgen María, pido a Dios que me ayude en mi camino para hacer su voluntad y ofecer mi ayuda.  Mi deseo es ir siempre adelante, para pertenecer absolutamente a Jesucristo.

Mahule Rosane Amoussou