Con un corazón lleno de alegría, ilusión, esperanza y fuerza renovada queremos, primero, agradecer a Dios por permitirnos tener esta experiencia y a las hermanas de la comunidad por confiar en nosotras.

Desde “Boa Vista”, les compartimos nuestra experiencia de misión bajo el rio blanco, que desde el día 05 hasta el día 20 de junio del presente año, tuvimos la gracia de ser parte de un equipo de misión en las comunidades “Ribeiriñas” del “Baixo Río Branco” (Roraima-Amazonas). La comunidad intercultural estuvo constituida por 7 misioneros y misioneras: Padre Mario, Sacerdote Diocesano (Caracaraí), Lidiane, laica comprometida (Nova Colina), Frei Lucas_Capuchino (Rorainópolis), hna Eliete, Hijas de María Auxiliadora (Rorainópolis), hna Joilma_Hijas del Sagrado Corazón (Nova Colina), hnas Antonia y Liliana Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor (Boa Vista).

Viviendo en Sinodalidad…

Los hermanos y hermanas en Cristo partimos todos juntos desde el Municipio de Caracaraí (ver mapa), a celebrar y compartir el don de la vida y vocación con las comunidades de: Cachoeriñas, Lago grande y Tierra Preta, debido al tiempo tan reducido solo visitamos las dos primeras comunidades, pasando más tiempo en la primera.

La vivencia sinodal ha sido para nosotras muy significativa, ya que nos permitió vivir la interculturalidad, siendo esta un camino de aprendizaje, apertura, escucha, respeto y acogida. Vivir y convivir con otras personas que no comparten nuestra espiritualidad como “FMMDP”, fue todo un desafío, el cual nos condujo a tener un corazón abierto a lo nuevo, diferente y sobre todo a poner nuestros dones y capacidades en la pequeña comunidad que habíamos formado y en la comunidad local que nos acogió de “Cachoeriñas” a las que fuimos enviadas (os).

Corazones abiertos y pies siempre dispuestos…

«Como el Padre me ha enviado, así también Yo los envío. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo” (Jn 20: 21). Sintiendo la fuerza de su Espíritu y fortalecidas con la Palabra de Dios en la oración personal y comunitaria salíamos al encuentro de los hermanos y hermanas, en: visitas domiciliarias, novenas, festividad a San Antonio, Eucaristía, bautizos, juegos libres con los niños (as), catequesis de niños (as)/adultos, trabajo comunitario-preparación de Açaí (fruta propia de la zona) y fariña con las familias. También, en los momentos lúdicos aprovechábamos para pescar, tomar baño en el río, en compañía de las adolescentes y algunos niños.

Gratitud y alabanza…

Agradecidas por todo lo acontecido y sintiéndonos tocadas por las realidades vulnerables de estas familias y comunidades, quienes con lo poco que tienen se sienten satisfechos y viven confiando en providencia de Dios. Frente a este contexto somos invitadas a ir generando caminos de solidaridad compasión, misericordia siendo puentes de vida, incentivando a las comunidades a ser agentes de transformación fortaleciendo sus capacidades de liderazgo. Que María, la primera misionera, anime nuestra vida y misión en los lugares donde nos encontremos.

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