El miércoles, 25 de octubre, fue publicada la Carta de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos al Pueblo de Dios.
Una Carta con la que se dan “gracias a Dios por la hermosa y rica experiencia que acabamos de vivir”. Un tiempo “vivido en profunda comunión”, con toda la Iglesia, agradeciendo por las oraciones y mostrando la presencia en la sala sinodal de las expectativas, preguntas y miedos presentes en el pueblo de Dios.
Una experiencia sin precedentes
La carta destaca la importancia de lo vivido desde el 30 de septiembre, día en que tuvo lugar la oración Together y los miembros de la Asamblea vivieron un retiro de tres días. Una experiencia definida como sin precedentes, destacando que “por primera vez, por invitación del Papa Francisco, hombres y mujeres han sido invitados, en virtud de su bautismo, a sentarse en la misma mesa para formar parte no solo de las discusiones, sino también de las votaciones de esta Asamblea del Sínodo de los Obispos”.
De este camino juntos, se relata la importancia de la presencia de otras Iglesias, en una asamblea llevada a cabo en un mundo en crisis, con guerras en países de los que proceden algunos de los miembros del Sínodo.
Escucha respetuosa
El texto relata la oración por las víctimas de la violencia homicida, por los migrantes, mostrando solidaridad y compromiso con quienes “actúan como artesanos de justicia y de paz”. Se destaca la importancia del silencio, siguiendo la invitación del Papa Francisco, “para favorecer entre nosotros la escucha respetuosa y el deseo de comunión en el Espíritu”.
Una Asamblea Sinodal que ha llamado “a la conversión pastoral y misionera”, en una Iglesia de la que las personas sin hogar dicen esperar Amor, que “debe seguir siendo siempre el corazón ardiente de la Iglesia, amor trinitario y eucarístico”.
Mayor participación en la etapa entre las dos sesiones
De cara a la etapa entre las dos sesiones de la Asamblea, se espera la participación de cada uno “en el dinamismo de la comunión misionera indicada en la palabra sínodo”, insistiendo en que “no se trata de una ideología, sino de una experiencia arraigada en la Tradición Apostólica”. Por ello se espera que, ante los desafíos y las preguntas, “la relación de síntesis de la primera sesión aclarará los puntos de acuerdo alcanzados, evidenciará las cuestiones abiertas e indicará cómo continuar el trabajo”.
En vista de progresar en su discernimiento, el texto reconoce que “la Iglesia necesita absolutamente escuchar a todos, comenzando por los más pobres”, lo que supone “escuchar a aquellos que no tienen derecho a la palabra en la sociedad o que se sienten excluidos, también de la Iglesia… “
- Una escucha que se debe extender al laicado: catequistas, niños, ancianos, familias. Una Iglesia llamada a “acoger las voces de aquellos que desean ser involucrados en ministerios laicales o en organismos participativos de discernimiento y de decisión”.
- Una escucha en la que no pueden faltar los ministros ordenados y la vida consagrada, e incluso aquellos que no comparten la fe, pero que buscan la verdad.
Recordando las palabras del Papa Francisco en las que recuerda que “el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”, la carta anima no tener miedo de responder a esta llamada.