Los días 3, 4 y 5 de mayo nuestra hermana Scarlet participó en el Post-Congreso Nacional de Nuevas Generaciones en Buenos Aires.
Los Congresos son espacios de formación, reflexión, oración, celebración, amistad, debate y acompañamiento en su aspecto general que se nos ofrece para todas las congregaciones religiosas, para ir preguntándonos el por qué estoy donde estoy, por qué y por quién hago lo que hago y como vamos caminando como nuevas generaciones de nuestras congregaciones.
El año pasado también participé en el Pre-Congreso, en vista a la preparación del V Congreso que se realizó en marzo de este año en Ecuador. En él participó un grupo reducido en representación del país.
Volviendo a los días 3,4 y 5 de mayo fue un encuentro para leer y releer lo compartido en forma de síntesis y volver a hacernos la pregunta. Pensar a donde voy y a qué desde los materiales -signos de esperanza, sinodalidad y discernimiento, y el permanecer- que nos proponía la CLAR.
Sentí el espacio y el tiempo como regalo de Dios y también me sentí más motivada al compromiso en todo sentido, si bien el compromiso esta vez fue darle nombre. Compartí y escuché las inquietudes desde la conversación espiritual, reconociendo las comodidades, los que hemos sido formados como hermanos y hermanas menores en comunidades muy reducidas, vulgarmente pronunciada “hijos únicos/as”. A la vez nos veíamos desafiados/as a vivir el modo de Jesús desde su evangelio, en estos tiempos complicados donde reina la inmediatez y el individualismo y todos los cambios y situaciones que surgen en nuestras comunidades de misión en sus contextos más amplios.
No tengo muchas palabras para describir lo vivido, solo me surge la palabra GRACIAS: gracias a Dios, gracias a mis hermanas FMMDP, por dejarme vivir y experimentar desde lo que soy, gracias a los laicos que confían en nosotras y se unen a la misión del amor y la misericordia y gracias a mis amigos.
Finalmente, como Nueva Generación FMMDP en Argentina les comparto el proyecto armado en conjunto, desde la vivencia de cada uno/a. Con el grito ¡la esperanza despunta ya!
ESPIRITUALIDAD
- Cultivar el camino al corazón, lugar de encuentro con Cristo, sentido de nuestra vida y fuente de alegría.
- Disponernos a la escucha del Espíritu que nos convoca, nos invita a vivir en la pluralidad de carismas.
- Priorizar y cuidar los espacios de oración personal y comunitaria como algo esencial para la vida consagrada alimentados desde la creatividad y abiertos al Espíritu.
- Cultivar la vida interior para mantener la centralidad de Jesús.
FRATERNIDAD/SORORIDAD
- Convencidas/os de que nuestra consagración se nutre y fortalece en los vínculos fraternos nos comprometemos a sostenernos y acompañarnos desde un espíritu de diálogo, de apertura al otro como don.
- Estar atentos a la novedad del Espíritu que nos mueve a ser uno, reconociendo al otro como don.
- Ser conscientes que somos ‘un hermano más’ para que se refleje el espíritu de las primeras comunidades en el ‘miren cómo se aman’.
- Conversión personal para aceptar la propia historia y sanar heridas, para fortalecer los vínculos fraternos desde una escucha activa y reciproca.
MISION/APOSTOLADO
- Ensanchar nuestras mesas comunitarias para que todos/as se sientan casa y familia, desde un discernimiento común como pueblo de Dios.
- Aprender a caminar junto a otros siendo signos de esperanza, fieles a nuestra vocación, ante nuevos desafíos.
- Sostenemos que la misión debe ser comunitaria en sus discernimientos, búsquedas y toma de decisiones.
- Asumir el desafío de trabajar con otras congregaciones en proyectos en común, uniendo fuerzas, por ejemplo, pastoral juvenil, social, vocacional.
- Centrada en el seguimiento de Jesús en diálogo con otras congregaciones, diócesis, laicos…
Pasos:
- Promover una comisión intercongregacional de Pastoral Vocacional.
- Utilizar los instrumentos tecnológicos como medio de evangelización.