Camino de FE y VIDA de las Franciscanas Misioneras del Divino Pastor en la Comunidad de Curicó
Era un 13 de agosto 1996, cuando la Delegación de Chile, con motivo de la Beatificación de María Ana Mogas decidió abrir una Comunidad en Curicó, ciudad a 196 Km. de Santiago, Comunidad de inserción y vida Parroquial. Idas y venidas, con el Evangelio en mano, alegría en los rostros y el amor y sacrificio a flor de piel…
El pasado 21 de diciembre 2020, tras un serio y prolongado discernimiento, hemos tenido que abandonar Curicó, a 24 años de distancia de aquel proyecto inicial. La realidad nos lleva a priorizar como Franciscanas la fraternidad.
Estuvimos presentes en dos Parroquias de la ciudad y con apoyo en otras, y agradecemos el paso de las hermanas Remedios, Imelda, Esperanza, Adriana, Maricruz, Elvia, Concepción, Margarita, Alicia y Blanca, que compartieron la vida y el servicio en el transcurso de estos años por esta Comunidad FMMDP, colaborando activamente con distintos Párrocos y muchos Agentes Pastorales laicos.
Podemos hablar de experiencia rica, profunda, cercana y donde Jesucristo, tratamos, fuese el Centro de la vida compartida con la gente sencilla, haciéndonos presentes en ambientes urbanos y rurales.
Nos queda al partir, agradecer a tanta gente que conocimos, a tanta gente joven que acompañamos y valoramos, tanto en la Pastoral Juvenil Parroquial como en la Pastoral de Colegios. A tantas familias que atendimos, escuchamos, nos mantuvimos al lado. A tantos pobres que acompañamos, a tantos cursos y talleres de formación que se nos encomendaron.
Agradecer sí, a tantos con quienes compartimos vida y misión: Las Hermanas, la confianza en nosotras de las que ejercen el servicio de la autoridad, los Sacerdotes, tantos amigos/as, a esa sociedad curicana e Iglesia Diocesana de Talca tan amigables, a las cinco fraternidades de Aman (Luz y Esperanza – San Francisco – Paz y Bien – Amor y Sacrificio – y la comunidad en formación Caridad Verdadera) realmente familia que quedan, a tantas personas que quisimos con toda el alma y nos quisieron con todo el corazón, con los que nos vamos agradeciendo y comprometiendo nuestra oración.
Acoger y ser acogido/a es fácil, grato y alegre. Despedirse es costoso y triste, pero ambos son parte de la vida y así lo reconocemos como don y gracia en la certeza que, aunque las hermanas nos vamos el carisma sigue presente en las fraternidades de AMAM que surgieron al alero de la congregación en Curicó.
Gracias por todo lo que, con Curicó, con su gente, con su cariño, crecimos, amamos y compartimos como Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor, queriendo ser allí María Ana Mogas: que ella, como gran intercesora y maestra, nos siga protegiendo: Paz y Bien en Amor y Sacrificio…
Hna. Esperanza Fernández Fontaiña