El día 30 de abril fuimos invitadas por la “Mesa de la Vida Consagrada” de la Vicaría ll, a un encuentro de todas las comunidades de la vicaría para dar testimonio de nuestra vida comunitaria.
Después de la presentación de los participantes y de unas palabras de acogida por parte del P. Elías Royón, Vicario Episcopal de la Vida Consagrada de la Diócesis de Madrid y de D. José Luis Díaz Lorenzo, Vicario Episcopal de la Vicaría II, fue el momento de los testimonios de NUEVAS EXPERIENCIAS en la Vida Consagrada:
- Las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor, que desarrollan la pastoral en el Residencial JMJ 2011 y en el Hogar Santa María de la Vida, con niños discapacitados.
- Las comunidades religiosas que trabajan en la Unidad Pastoral del Gran San Blas: Hijas de la Caridad, Padres Guanelianos, Servidores del Evangelio e Hijas de María Inmaculada.
Compartimos con vosotros nuestra experiencia de comunidad:
“A lo largo de toda la historia de la Iglesia ha habido una llamada constante a las personas consagradas a recrearse y a mirar a su entorno. Hoy, esta llamada, se ha hecho más acuciante por las distintas situaciones que pasa nuestro mundo y de las que nadie somos ajenos a ellas. El Papa Francisco a través de cartas, de discursos ha dejado muy claro la respuesta que la vida consagrada tiene que dar hoy.
Queriendo responder a este momento de nuestra Iglesia, de la vida consagrada y de nuestro mundo, un grupo de hermanas nos pusimos a reflexionar, buscar y compartir nuestras intuiciones, deseos y fortalezas. De esto hace ya seis años. Éramos un grupo de 10 hermanas que nos reuníamos periódicamente para compartir nuestras búsquedas y desafíos. En alguna de estas reuniones estuvo presente la Superiora Provincial, que alentó nuestro deseo de querer vivir una vida consagrada con un estilo abierto y en consonancia con lo que pide el Papa Francisco.
Desde el primer momento teníamos claro los tres pilares en los que nos queríamos apoyar y sustentar: ENCUENTRO CON DIOS, presente en la historia, CRECIMIENTO EN LA FRATERNIDAD, tan propia de nuestra espiritualidad franciscana y SERVICIO A LOS HOMBRES y MUJERES, especialmente en su debilidad.
Fruto de este compartir (fueron varios meses de rumia), donde poco a poco se fueron concretando aspectos para hacer realidad una nueva forma de vivir en misión fraterna desde nuestro carisma; elaborando un esbozo de Proyecto Comunitario que recogía el estilo de vida que queríamos hacer realidad.
- ENCUENTRO CON DIOS, además de la dimensión personal que siempre tiene nuestra relación con Dios, buscamos que la comunidad sea un ámbito privilegiado en el que poder acompañarnos en el crecimiento, haciendo que nuestra oración parta de la vida y nos lleve a la vida.
- FRATERNIDAD, posibilitar la ayuda fraterna, el compartir búsquedas, la formación continua, desde este planteamiento nos parecía que el ser una comunidad pequeña nos beneficiaría.
- SERVICIO A LOS HOMBRES Y MUJERES. Cuando comenzamos la reflexión conjunta algunas hermanas ya vivían en un hogar de menores con discapacidad severa, haciendo posible, junto con el personal laico su crecimiento y ambiente familiar.
Pensamos también que si podíamos responder a alguna necesidad concreta de la Iglesia de Madrid estaríamos dispuestas a hacerlo. Para ello nos pusimos en contacto con Cáritas, rostro visible de la preocupación de la Iglesia por los más vulnerables.
De esta forma fue surgiendo la idea de una comunidad con dos presencias que fueran testimonio de la preocupación de Dios por todos en dos realidades sociales diferentes.
Por fin el 2 de marzo de 2016, habiendo sido designadas 6 hermanas (tres en cada presencia), comenzamos nuestra andadura comunitaria.
“Se hace camino al andar” dice el poeta y eso es lo que nos pasó a nosotras. Teníamos que dar forma a la vida comunitaria: en cada presencia una estructura mínima, algunos horarios básicos, distribución de tareas y un espacio de oración cada día. A nivel de toda la comunidad tener el día comunitario una vez por semana donde compartiéramos mesa, celebración, convivencia, oración, formación…VIDA.
La comunicación es fundamental para nosotras, nos ayudamos con las redes sociales y los medios de que disponemos para que cada día sepamos unas de las otras lo que vivimos y hacemos.
Tratamos de ser una comunidad de puertas abiertas, con un estilo de presencia sencillo y cercano. Con una actitud crítica ante la realidad y un discernimiento continuo en lo que vamos viviendo. Cuidando la interculturalidad y la intergeneracionalidad. Apoyándonos en la misión según la necesidad de cada presencia. Pasamos ahora a exponer algunas características de cada “presencia”:
Hogar “Santa María de la Vida”
En las cosas de Dios, a veces también funciona como en el mercado, la ley de la oferta y la demanda, y así ocurrió en el comienzo del Hogar Santa María de la Vida, hace 28 años.
Las hermanas que formábamos parte de la comunidad de Ignacio Ellacuría a finales del curso 1993-94 nos quedamos sin una tarea concreta y comenzamos, junto con la Superiora General, a reflexionar y buscar qué rumbo podríamos tomar, queriendo que fuese una tarea que respondiese a nuevas necesidades.
En ese momento el P. Ángel de Mensajeros de la Paz, solicitó a la Congregación la posibilidad de acoger en un piso a menores con discapacidad severa y VIH, que era una necesidad en la Comunidad de Madrid y que no había ningún recurso para dar respuesta a ello.
Después de encuentros, reflexiones y posibilidades por nuestra parte, era la primera vez que nos íbamos a abrir a esta nueva tarea para nosotras. En septiembre de 1994 comenzamos nuestra andadura con tres menores de 7 meses, 1 año y medio y dos años. Ese año fue un aprendizaje a ritmo rápido, pero durante este tiempo fuimos constatando la necesidad de este tipo de hogares y nuestra posibilidad de responder a ella.
Desde el comienzo tuvimos claro que queríamos formar un HOGAR con mayúscula, en el que los niños pudieran disfrutar de un ambiente lo más cercano al entorno familiar. La verdad es que disponíamos de los recursos necesarios para ello: era un piso, inserto en una comunidad de vecinos con medios necesarios para su crecimiento cercanos a la vivienda. Y así comenzamos.
Más tarde dejamos de pertenecer a Mensajeros de la Paz e hicimos contrato de gestión directamente con la comunidad de Madrid. Y ahí seguimos renovando cada año el contrato y acogiendo a los menores que desde la Consejería nos envían.
Va a hacer 28 años del comienzo de dicha andadura y durante este tiempo han pasado por el Hogar cerca de 30 niños y niñas desde los 20 días de vida hasta los 19 años.
En este tiempo, como todos podemos imaginar, ha habido experiencias de todo tipo: sufrimiento, muertes, alegrías por el crecimiento, satisfacción en los niños por el tipo de Hogar acogimientos en familias, adopciones a pesar de su discapacidad y muchos puntos suspensivos por cada día de los 28 años.
Otro aspecto es que las hermanas nos hemos ido haciendo mayores o con otras ocupaciones a nivel de la Congregación y están formando parte de este proyecto laicos que colaboran con nosotras.
Hoy podemos decir que ha sido una tarea muy positiva y enriquecedora desde muchas miradas:
- Desde los niños, hay chicos formando una familia, otros están en otros centros según su realidad.
- Desde los vecinos y el entorno del barrio, el hogar es una referencia donde las personas muestran su lado más cercano al sufrimiento y donde ha ido creciendo el interés por los niños.
- Desde el personal que trabaja, porque se ha ido haciendo a través de este ambiente de cuidado y preocupación.
- Desde los profesionales con los que por diversas circunstancias nos relacionamos, siempre han mostrado su apoyo, ayuda, colaboración y admiración por la tarea realizada.
- Desde la comunidad concreta que en cada momento hemos ido formando las hermanas, siempre ha supuesto un desarrollo de aspectos importantes de nuestra vida, una apertura a muchas realidades familiares y sociales y una oportunidad de cercanía a, los que sentimos preferidos de Dios: niños, enfermos y pobres, desde nuestra espiritualidad y carisma congregacional.
Centro Residencial JMJ-2011
Todas sabemos cuántos proyectos sociales tiene Caritas-Madrid. Uno de ellos es el SERVICIO DIOCESANO DE VIVIENDA. En este momento son tres los residenciales que acogen a familias en situación de calle.
Jubileo 2000, en Pacífico. Sínodo, en Laguna y JMJ -2011 en Canillejas.
En todos ellos está diseñado que haya un Equipo de vida, (así se nos llama a las religiosas que vivimos dentro del Residencial con las familias). En JMJ -2011 no había equipo de vida cuando nosotras fuimos a Cáritas a ver en qué proyecto social podíamos insertarnos. Así que se nos ofreció la posibilidad de asumir este desafío. Nos interiorizamos de la misión y, después de un discernimiento serio, aceptamos. Fue el 2 de marzo de 2016.
Nuestra misión en el Centro Residencial JMJ-2011 es ante todo la de “ser presencia”, la de “estar” en disponibilidad plena para acoger, acompañar, escuchar y cuidar a las familias que residen en el mismo.
Durante estos 6 años han sido muchas las familias que han pasado por él. Esto supone haber tenido que preparar los alojamientos, acoger a las familias nuevas y despedir a las que se van con un proceso, en muchas ocasiones realizado y en otras, con muchos aspectos a seguir trabajando. Lo que supone de nuestra parte mucha dedicación y entrega.
Trabajamos estrechamente con el Equipo Técnico (trabajadoras sociales, psicólogas, voluntarios…) teniendo que responder a lo que se nos va solicitando. Por citar algunas acciones:
- Acompañar al médico a algunas familias.
- Cuidar a los niños cuando por necesidad tiene que salir la madre.
- Realizar los primeros auxilios ante casos de emergencia.
- Acompañar y participar en las distintas actividades grupales.
- Intervenir en casos conflictivos…
Estos dos últimos años con la situación vivida con el Covid-19, las familias han pasado por situaciones de extrema necesidad. Gracias a Dios hemos recibido numerosas donaciones, las cuales hemos coordinado ayudadas para su distribución por un equipo de padres.
Al terminar este relato podemos decir con certeza que, para nosotras, es una gracia poder compartir nuestra vida con hermanos necesitados que Dios pone en nuestro camino”.
Cdad. Ignacio Ellacuría-C.R. JMJ-2011
OBRIGADA pela vossa partilha de Vida