Reconocimiento a su vida dedicada a los ancianos del Principado, en Llanes y Cangas de Onís

El día 3 de agosto de 2019, en el salón de actos del Ayuntamiento de Llanes, se nombró, de manera oficial, hija adoptiva del municipio de Llanes a nuestra hermana Marcelina Martínez Paniagua, más conocida como la Madre Marcelina. Un retrato suyo presidía el acto.

Todas sabemos que Marcelina no pudo asistir debido a su estado delicado de salud, por eso se vio representada por una hermana del Gobierno Provincial, M. Ángeles Vargas. En nombre de su familia asistieron una hermana y un sobrino.
Los que intervinieron en el acto, dos concejales del ayuntamiento, amigas personales de Madre Marcelina, el alcalde y la hermana vicaria, glosaron cada uno, desde su particular visión, los méritos que la han hecho merecedora de este título honorífico y a la vez revisaron sus cualidades humanas y vocacionales de su vida dedicada a los ancianos del Principado, tanto en Llanes como en Cangas.

Ella dedicó su vida durante muchos años y de una forma totalmente altruista a que Llanes tuviera una residencia digna para sus mayores, labor que le llevó a soportar, aunque siempre con ánimo alegre y confiado, multitud de penurias y dificultades de toda clase. Su arrojo y valentía estaban bien fundamentadas en la fe en Dios y en su vocación religiosa, siempre enamorada de Cristo, amor que supo repartir a los ancianos y a las gentes de este pueblo acogedor. Su destino quedará siempre unido a Llanes y a sus gentes.

La vida, según te enseñan los años, escribe a veces tu historia sin que apenas nos demos cuenta y de repente eres algo que jamás te planteaste o imaginaste. A Marcelina le sucedió algo así y me imagino que ella no podía haber pensado en este reconocimiento, era muy humilde para imaginarse esto. A ella, estoy segura, le gustaría pasar casi de puntillas por este homenaje.

Agradecemos al pueblo de Llanes que durante tantos años supieron acoger y ayudar a las hermanas que han vivido y trabajado en favor de tantos ancianos y niños de este pueblo. Nos consta que todas ellas han dado lo mejor de sus vidas, por la educación de los niños y por hacer la vida un poco más feliz a los ancianos de este bello rincón del Principado de Asturias.

Damos gracias a Dios por todo lo que le ha ido dando en la vida a Madre Marcelina y, sobre todo, por este precioso e inolvidable don de ser llanisca de pleno derecho, derecho que ya ejerce desde el cielo.

Nos alegramos todas por este reconocimiento a una hermana que supo, fiel a su vocación, entregar la vida a favor del anciano y en unas circunstancias no siempre fáciles y plenas de dificultades.

Una inesperada casualidad quiso que Marcelina nos dejara ese mismo día, unas cuatro horas después del homenaje. Dios quiso llevársela con él, precisamente ese mismo 3 de agosto, día en que le fue otorgado ese merecido reconocimiento (d. e. p.).

Un bonito diploma deja constancia del acto.