Fue la primera argentina que se unió a las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor, Congregación que llegaba de España hace 90 años.

Con 16 años, con el permiso de su papá y de su madrastra, la hermana Pilar se unió a las religiosas españolas. Fue la primera argentina -que junto a una religiosa boliviana ya fallecida- empezó a cultivar su vida de fe en una casita, sin convento ni nada parecido, pero con una profunda admiración por la orden de Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor: “A mí me fueron admirando las hermanas con quienes trataba en un hospital de la ciudad de Buenos Aires. Ella -por María Ana Mogas, fundadora de la congregación- se hizo presente a través de las hermanas que tenían un aire especial para mí, y yo quise ser de ellas, acompañarlas”.

Con acento argentino, pero con el carisma franciscano como vocación de fe, la propia hermana Pilar desarrolló la investigación sobre la vida de María Ana Mogas Fontcuberta, quien vivió entre 1827 y 1886. Ese estudio documental de testimonios, memorias de vida y milagros de María Ana, implicó un arduo deambular por casas de la Congregación en toda España, y también por archivos, ayuntamientos y bibliotecas privadas y públicas.

La investigación demandó dos décadas, y parte de ella fue reunida en el libro conocido por la Iglesia católica con el nombre de Positio. Todo eso resultó un aporte fundamental para el proceso de canonización que se iniciara en Roma hace ya más de medio siglo, y por el cual María Ana Mogas fuera declarada beata por Juan Pablo II, el 6 de octubre de 1996.

En 2003, la imagen de la beata María Ana Mogas es entronizada en la Parroquia Nuestra Señora del Pilar, y desde allí también se comparte su presencia con toda la comunidad de este partido.

“La Positio es el lugar que ocupa María Ana Mogas en la historia de los santos”, señaló la hermana Pilar sobre el documento elaborado que “es la biografía de ella y de todas sus actividades, los testimonios que hay de su presencia y labor”. Y con un proceso que aún sigue abierto hacia la pronta santificación de la Madre fundadora.

Es ese el sentido que la hermana Pilar también ha encontrado en el camino de María Ana Mogas: “Que los santos pasan por nuestro mundo sin hacer ruido. Es como un reflejo. Se van haciendo presentes por lo que dejaron, por lo que sembraron. Esa es la impresión que yo tengo. Estuve muchos años estudiando, buscando por todos los archivos donde pudo andar la Madre Mogas, donde hablaran de ella, donde la conocieran y verdaderamente esto es chico para todo lo que quedó en la biblioteca de la Casa General. Porque ella pasó dejando una estela, una manera de ser. Cada congregación tiene su estilo, y nosotras llevamos el estilo de una mujer fuerte, catalana, hermosa”.

Los pormenores de la investigación sobre la vida de María Ana Mogas comprometieron numerosos viajes e incesantes búsquedas entre archivos desaparecidos o quemados en el contexto difícil de conservación que había dejado la guerra civil española.

Vale recordar que en aquella guerra murieron tres hermanas de la Congregación (Isabel, Asumpta y Gertrudis), que en 2013 fueron declaradas beatas y “mártires de la persecución religiosa del siglo XX en España”. Para ellas, María Ana Mogas resultaba un modelo de caridad verdadera y de “amor y sacrificio”.

La hermana Pilar hoy reside en la Casa que las hermanas tienen en el predio del Instituto Madre del Divino Pastor (IMDP), y es también sacristana de la pequeña capilla en el interior de ese hogar. Todos los días se ocupa de destinar flores nuevas a la advocación de la Virgen María que reúne a la congregación: la imagen de la Divina Pastora.

Ese es lugar de oración permanente para las seis hermanas que allí conviven. Entre las religiosas están Margarita, dedicada por muchos años a la labor pastoral y misionera en el partido de Pilar; Licinia, representante legal del colegio desde hace años; Rocío, recientemente celebró su profesión perpetua en septiembre pasado; Emilce, que ha desarrollado tareas en la casa comunidad del Instituto María Ana Mogas de Mataderos; y Antonina, de 99 años, que históricamente prestó servicios de salud en el Hospital General de Agudos Francisco Santojanni.

Investigación de Keila Adam, Lautaro Aguera, Federico De Luca y Franco Stier, alumnos de 6º Ciencias Sociales del Instituto Madre del Divino Pastor de Pilar – Argentina

Fuente: diarioresumen.com.ar