El día 23 de mayo hemos empezado nuestro primer taller de formación con el tema: Integración grupal. Fue un momento de mucho aprendizaje, interacción, diálogo, dinámicas y muchas reflexiones personales y en grupo.

Junto con nuestras hermanas Linda y Firmine, hemos compartido nuestras experiencias sobre todo lo vivido durante estos años de vida religiosa, nuestras dudas, aventuras, penas, alegrías, caídas y progresos.

Hemos aprendido en este taller que, como mujeres consagradas, estamos llamadas a contemplar, bendecir, acompañar, vivir, servir y ser discípulas de Jesús.

El día 25 hemos seguido con el segundo taller con un fraile capuchino, el padre Bernardin sobre Los desafíos de la espiritualidad franciscana en África. Con este tema hemos aprendido con Francisco a contemplar la generosidad de Dios. Dios es generoso y todo lo que tenemos lo recibimos de Él por pura generosidad y no por merecido. Nuestra vocación es un don y un misterio. Por eso estamos llamadas a devolver todo a Dios por nuestra consagración, reconociendo a cada persona como don de Dios.

Vivir desde la minoridad franciscana

Para hacernos entrar en la dinámica, el fraile Bernardin nos invitó a reflexionar sobre cómo hemos sido generosas con Dios y con nuestra Congregación. Nos recordó que lo que nos caracteriza como Franciscanas que somos, es la minoridad. No somos más que nadie. Tenemos que tener un corazón de niño para poder ser pastora con todos los que colaboramos. Debemos imitar a Cristo que nos llama.

Para poder vivir esta minoridad franciscana, necesitamos despojarnos de nosotras mismas, del espíritu mundano, y de la tranquilidad aparente que nos dan las estructuras. Es necesario también renunciar al poder de dominación, una actitud que deshumaniza a la otra persona.

En resumen, estamos invitadas a mantenernos en esta conversión constante y vivir la alegría de ser menores despojándonos de nuestro orgullo. Que el Señor nos ayude a vivir nuestra relación con Él como un compromiso.

Jacinta, Antonia, Estelle e Immaculée

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