Encuentro de Superioras – marzo 2019
Nada nuevo, quizás no, lo hemos oído, incluso orado tantas veces… sin embargo una vez más se nos presenta en toda su frescura.
“Había una boda en Caná…” y nuevamente se nos invita a llenar, a sacar y llevar… y para nuestra admiración descubrimos que no sólo es posible sino que es real que nuestra agua, nuestros sueños y esperanzas, nuestro malestar, desencanto y apatía, se trasforma en vino, un vino de calidad, el vino de la alegría y de la fiesta, el vino del encuentro y de la comunión.
Que la Comunidad es un don, no nos cabe la menor duda, “es lugar donde se llega a ser hermanas” es el medio en el que crecemos, maduramos, alcanzamos la plenitud. “¿Por qué, pues, se nos hace a veces tan difícil convivir con calidad?”
Es uno de los mayores retos en el que ponemos nuestro mejor empeño. Sí, “es preciso revisar en profundidad nuestra vida comunitaria, constatar qué calidad de vida evangélica estamos propiciando, hemos de examinar la coherencia entre los valores que anunciamos y los que realmente vivimos”.
El Buen Pastor, Francisco y María Ana van delante de nosotras, de cada una de nuestras comunidades abriendo camino, acompañando e indicándonos con su propia vida que autoridad significa caridad hecha servicio, respeto y libertad, paciencia y dulzura, significa ayudar a crecer a las demás.
Sigamos creyendo que no sólo es posible sino real que el agua se convierte en vino y sintamos la urgencia de sacarlo y llevarlo a todos. Sigamos creyendo que somos luz y sal, llamadas a romper la oscuridad, llamadas a dar vida y calor, llamadas a ser en el mundo “saladoras de eternidad”.
Fueron días de oración, reflexión, encuentro, tiempo de compartir y enriquecimiento mutuo, momento de agradecer a quienes llevan el timón todo su esfuerzo, trabajo e ilusión para que nuestra vida cotidiana, nuestra vida fraterna, discurra por cauces de gozosa fidelidad.
(En la Intranet podéis encontrar todo el MATERIAL del Encuentro, en Gobierno General-Documentos)