“El Señor me dio Hermanos”. Tal fue la exclamación de nuestro Padre San Francisco tras la llegada de los hermanos que quieren seguir a Cristo con la misma radicalidad del evangelio.

Esta afirmación abarca la comunión, la unión, la ayuda mutua y la responsabilidad de cada persona para construir la familia. La conversión de san Francisco le llevó a vivir la fraternidad como un don. Esta fraternidad que él vivió y quiere que reine en cada familia de hermanos y hermanas.

Antes de finalizar el curso con el tema del carisma, hemos tenido una segunda parte del tema: Desafíos de la espiritualidad franciscana en África: fraternidad, minoridad, primado de Dios y misión con el padre François, capuchino.

Del padre François hemos aprendido que nuestro gran desafío es que en nuestras fraternidades se establezca una relación verdadera, auténtica y profunda, que promueva la confianza y el amor recíproco. San Francisco nos da el ejemplo del amor de madre como el tipo de relación que debe existir entre nosotras: querer y cuidar a la hermana. Lo ideal es encontrar en nuestras comunidades la noción de familia, desarrollar en nuestras relaciones interpersonales los sentimientos y actitudes de madre e hija.

Nos ayudó también a reflexionar sobre los desafíos de la fraternidad, de la minoridad, del primado de Dios y de la misión. El descubrimiento de la grandeza de Dios nos lleva a una visión madura de sinceridad y humildad y de situar nuestro lugar en la relación con Dios. Al amarlo nos concede la gracia de ser castos, al tocarlo nos concede la gracia de ser puras y al consagrarnos a él nos concede la gracia de ser vírgenes.

Agradecemos al padre François por recordarnos las exigencias de nuestra elección de vivir la radicalidad el Evangelio y de traer esta luz a nuestra vida como FMMDP.

Profundizando en nuestro carisma y espiritualidad

Después de esta dosis de franciscanismo, hemos ahondado en el tema del Carisma, contemplando el itinerario de la pasión de nuestra Madre Fundadora, de la figura y de la vida de las Madres Concepción Dolcet y Sellarés y María Serra Olcos y la realidad de la familia carismática.  

Estos encuentros han sido posibles por la entrega y disponibilidad de nuestras Madres Generales, la madre Mabel y la madre Rosario y con las hermanas Miriam, Jose e Isabel. ¡Qué riqueza tan inmensa! De nuestras Madres pioneras -Concepción Dolcet y María Serra-, hemos emprendido para el camino a recordar el pasado con gratitud, vivir el presente con mucha pasión y entregarse sin reserva y caminar hacia el futuro con esperanza, con la confianza siempre en el Señor, Él que abre y acompaña el sendero.

De estos cuatro meses de encuentro, hemos podido pararnos, encontrarnos con nosotras mismas, con los demás y con Dios. Hemos conseguido hacer la relectura de nuestra vida humana, cristiana y consagrada a la luz del Señor y hacer proceso de reconciliación y de descubrimiento del paso de Dios en nuestra historia. Nos sentimos muy agradecidas con Dios.

También hemos ahondado en el conocimiento de nuestro Carisma y Espiritualidad, lo que conlleva cada voto y el sentido de la vida fraterna. Hemos tenido la oportunidad de reflexionar sobre los desafíos de la Vida Consagrada en general y en particular en nuestro contexto africano.

Frente a estos desafíos, hemos retomado nuestras convicciones y tomar nuevas resoluciones para caminar y dar respuestas generosas con la gracia de Dios como religiosas FMMDP y africanas. Estamos muy alegres por cada experiencia que hemos hecho y todos los que nos han acompañado en este curso con su disponibilidad, entrega, cercanía y cariño.

En profundo agradecimiento…

Muchas gracias a nuestras hermanas acompañantes de cerca, hermanas Firmine y Linda, mujeres valientes y sencillas que nos han dado ganas de vivir esta vida nuestra con el testimonio de su vida.

Hermanas, todo eso no puede ser posible sin vuestras oraciones, mensajes, deseos, atenciones. Muchísimas gracias a todas y a cada una de vosotras por todo lo que habéis hecho para nosotras. Aprovechamos para pediros perdón por no poder responder a vuestros mensajes. Que el Señor os bendiga ahora y siempre.

Muchas gracias a nuestra querida Congregación que nos ha dado esta buenísima oportunidad de crecer y confirmar nuestro deseo de vivir en esta familia congregacional. Gracias a la Madre General, que a pesar de su salud está muy cerca de nosotras, como si estuviera también en Benín.

Muchas gracias a cada hermana de la delegación de Benín que nos han acogido con puertas abiertas brindándonos lo mejor para que nos sintamos a gusto y en casa. Han sacrificio sus vacaciones, muy atentas con nosotras, nos han ofrecido espacios que han facilitado nuestra reflexión personal, interiorización y encuentro con el Señor. Cuando pasamos de una casa a otra o regresamos de una a otra, ya está todo preparado para acogernos.

Gracias a la delegada de Benín, hermana Alphonsine, que siempre está pendiente de todo. Que el Señor os pague en abundancia.

Un abrazo muy fuerte, con cariño las hermanas en el PPP:

Estelle, Immaculée, Jacinta y Antónia

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