Como cada año, desde su beatificación, la familia de Sor Isabel Remuiñán, invita a la fiesta en honor de esta santa mujer a los vecinos, amigos y devotos. También a nosotras como Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor, hermanas de Congregación de la Beata.

Cuatro hermanas acudimos a la fiesta de nuestra hermana mártir. Apareció un día luminoso y más luminoso a medida que nos íbamos acercando a Seavia. En medio de la copiosa lluvia que nos acompaña cada día, formó parte de la fiesta el sol, que todo lo ilumina, signo “del Sol que viene de lo alto por la entrañable misericordia de nuestro Dios”.

Después de un intercambio de saludos con la familia y vecinos, entramos en la Iglesia, vestida de fiesta. Nos recibió el sacerdote, con alegría y agradecimiento por nuestra presencia en esta celebración. Reunidos en asamblea comunitaria, dio comienzo la Eucaristía en la que, las canciones y la música, también ayudaron a vivirla.  La semblanza de Isabel, hecha por el sacerdote, me habló de cariño, sana devoción y admiración. Esta mujer supo, con su sencillez y humildad, manifestada en su vida y también en su imagen, ganarse los corazones de la gente para que, a través de ella, lleguen a Dios.

Isabel recorrió su camino como creyente, consagrando su vida a Dios como Franciscana Misionera de la Madre del Divino Pastor. Creo que su paso por esta tierra, fue un itinerario de “Amor y Sacrificio” hasta la entrega total de su vida por la causa de Jesús y su Reino, sellando su compromiso vocacional con el martirio.

A mí personalmente, me impresionó la imagen de la Beata.  Es una hermosa talla de madera. En su rostro se refleja una leve sonrisa y una dulzura que transmite paz y confianza e invita a la contemplación. Sus pies descalzos, y, al lado, unas sandalias. Explican el significado manifestando que, Isabel (María Consuelo), llegó a casa descalza más de una vez por dejarle sus zapatos a personas pobres que encontraba con sus pies descalzos. Su fe en el Señor Jesús, la llevaba a vivir la caridad que comparte con quien lo necesita.

Beata Isabel, bendícenos a todas y ruega por nosotras y por nuestra familia carismática.

Inmaculada G. Asorey, fmmdp