A las puertas de iniciar el Centenario Franciscano 2023-2026, la M. Rosario Sánchez y las hermanas del G. General de las FMMDP, envían la felicitación de Navidad a las hermanas y a toda la familia carismática. Tomando como referencia las Fuentes Franciscanas, nos invitan a vivir estos días encarnando el amor de Dios como lo hicieran Francisco y María Ana.

Muy queridos hermanos y hermanas:

Como san Pablo a los filipenses, os deseamos a todos los que lleguéis a estas páginas: Gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y de Jesucristo, el Señor. En nombre de Francisco de Asís, hermano universal de todas las criaturas, y de María Ana, nuestra Fundadora, que gozaba especialmente en el nacimiento de Jesús, queremos que nuestro mensaje llegue, con alegría y paz, a todas las comunidades, fraternidades y familias.

Nos estamos preparando a iniciar el Centenario Franciscano 2023-2026 y el Papa Francisco, en la Audiencia del pasado 31 de octubre, dejó muy claro que “el próximo centenario franciscano no será un acontecimiento ritual, sí sabrá enunciar juntos la imitación de Cristo y el amor por los pobres”.

Una palabra que nos alerta contra las celebraciones puramente conmemorativas y, si no estamos atentos, demasiado auto celebrativas.

¿Cómo viviremos este próximo centenario?

Las Fuentes Franciscanas narran en detalle lo que sucedió en Greccio:

«Quince días antes de la Navidad, Francisco llamó a un hombre del lugar, de nombre Juan, y le pidió que lo ayudara a cumplir un deseo:

«Deseo celebrar la memoria del Niño que nació en Belén y quiero contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno». (1 Cel. 87)

Tan pronto como lo escuchó, ese hombre bueno y fiel fue rápidamente y preparó en el lugar señalado lo que el santo le había indicado. El 25 de diciembre, llegaron a Greccio muchos frailes de distintos lugares, como también hombres y mujeres de las granjas de la comarca, trayendo flores y antorchas para iluminar aquella noche santa. Cuando llegó Francisco, encontró el pesebre con el heno, el buey y el asno. Las personas que llegaron mostraron frente a la escena de la Navidad una alegría indescriptible, como nunca antes habían experimentado. Después el sacerdote, ante el Nacimiento, celebró solemnemente la Eucaristía, mostrando el vínculo entre la encarnación del Hijo de Dios y la Eucaristía. En aquella ocasión, en Greccio, no había figuras: el belén fue realizado y vivido por todos los presentes.

La Encarnación es la verdadera compasión de Dios que Francisco percibió tan claramente.

Y, ¿no es la Encarnación de Jesús, su compartir con nosotros, una nueva visión del cómo podríamos caminar una vez más en el amor, la misericordia, la justicia, la verdad y la paz de Dios?

El Papa Francisco afirma en Fratelli tutti (FT 8):

«Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos».

El Papa Francisco en la carta apostólica Admirabile Signum también recordó la belleza y preciosidad del belén:

La contemplación de la escena de la Navidad, nos invita a ponernos espiritualmente en camino, atraídos por la humildad de Aquel que se ha hecho hombre para encontrar a cada hombre. Y descubrimos que Él nos ama hasta el punto de unirse a nosotros, para que también nosotros podamos unirnos a Él. […] Es realmente un ejercicio de fantasía creativa, que utiliza los materiales más dispares para crear pequeñas obras maestras llenas de belleza. Se aprende desde niños: cuando papá y mamá, junto a los abuelos, transmiten esta alegre tradición, que contiene en sí una rica espiritualidad popular“.

Con el signo de la paz…

Como hermanas y hermanos franciscanos, queremos acoger estas palabras, que encuentran un eco en las acciones y palabras de San Francisco cuando saludaba a todos los que encontraba con las palabras: «¡Que el Señor te dé la paz!» (Testamento 23). El fiel testimonio de Francisco nos enseña que no se trata sólo de un saludo, sino de una forma de pensar, reflexionar, conversar, hacer… Lo que Francisco dio fue un testimonio que visualizó la fraternidad en Dios, hoy decimos, la fraternidad universal y la hermandad.

Los testimonios de la celebración de las fiestas navideñas parece que desandaran el tiempo para repetir en María Ana, el estilo de profunda contemplación de Francisco y animar su espíritu de un gozo profundo, nuevo, contagioso.

Francisco de Asís y María Ana Mogas, hoy, nos inspiran y desafían. Tratemos de encarnar el amor de Dios en el corazón de cada persona. Como franciscanos y franciscanas, hemos elegido seguir las huellas de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador, que dio su vida por lo que nuestro mundo más necesita ahora: solidaridad, amor y compasión por nuestros hermanos y hermanas, búsqueda sincera de la verdad y realizar la obra de Dios.

Que nuestras acciones sean un eco de la canción de los ángeles de Belén, que la paz y el amor habiten en nuestro mundo, en las vidas de todas las personas.

¡Dios os bendiga con una Navidad llena de paz a todas/os y cada uno/a!

Un fuerte abrazo fraterno.

Vuestras hermanas del Gobierno General: Rosario Sánchez, Adelaida Palla, Isabel Martínez y Elvira López