Después de realizar su profesión perpetua el pasado 6 de abril, Liliana escribe desde Perú a toda la Familia Carismática
Con un corazón lleno de alegría y gratitud comparto con ustedes lo que ha significado esta Alianza con el Dios de la vida y del amor.
En medio de este tiempo de pandemia en el que venimos atravesando como humanidad he podido reconocer que cada vez somos más vulnerables y frágiles, por lo que necesitamos acercarnos más a Él para pedir y acoger su misericordia. También ha sido un impulso para seguir optando por esta vida de entrega a los que más necesitan, ya que nuestra vida no ha de detenerse, no ha de parar, porque Dios sigue caminando con nosotr@s, sigue estando ahí en cada una de esas personas que sufren y que necesitan de una mano amiga.
Agradezco a Dios por todo el bien recibido, por la generosidad de mis padres y por la familia Franciscana Misionera de la Madre del Divino Pastor que me acoge.
Durante este tiempo he percibido la mano de Dios Padre, Hijo y Espíritu que me ha sostenido y acompañado en todo momento, en el claro-oscuro de las noches grises y de los días felices. Por ello, tomar la decisión de consagrarme perpetuamente no ha sido de un solo día, de unos meses o de un año de preparación, sino de renovar cada día mi amor con el Amado que siempre ha salido a mi encuentro sin merecerlo, ya sea en la oración, en su Palabra, en l@s herman@s o en los diversos acontecimientos, puesto que para Dios no hay tiempo, espacio… Él se hace presente cuando quiere y donde quiere, Él es novedad y siempre sorprende.
Es más, ahora último lo he experimentado como un enamorado insistente, atrayéndome, seduciéndome e invitándome a que tome una opción definitiva de ser solo para Él y para estar al servicio de los demás, de esta manera seguir extendiendo su Reino, que es un proyecto de amor, de justicia y solidaridad. Proyecto que un día inició María Ana nuestra fundadora siguiendo las huellas de Jesucristo al estilo de Francisco de Asís, teniendo como marco de referencia el Santo Evangelio, norma Suprema para vivir en Amor y Sacrificio.
Apoyada en el amor y fidelidad de Dios he decidido abandonarme a su voluntad. Y, como María Ana decir: “He encontrado a mi dulce esposo qué más puedo pedir, nada tengo, nada poseo que no sea un Don de su liberalidad, antes bien todo lo abandono a su Voluntad”. Solo pedir al Señor de la vida que me siga sosteniendo como mi buen amigo el Buen Pastor y regalando su Amor y Gracia que con eso me basta para caminar sin miedo.
Gracias a cada un@ por acompañarme de cerca, gracias por el recuerdo y el cariño. Nos encontramos en la oración.
Un abrazo fraterno, Liliana Bobadilla D. fmmdp