En el marco de la celebración de los 90 años en Argentina, el diario “Resumen” de Pilar, visitó la casa de las religiosas del IMDP y mantuvo una cálida entrevista con la Madre Licinia.

Hace ya 90 años, tres religiosas de la Congregación de las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor llegaron a la Argentina. Convocadas por el Padre Silvio Braschi se instalaron en Pilar, para llevar adelante la educación de niñas pilarenses. Quizá nunca dimensionaron el valor de aquella entrega, fueron las pioneras del Instituto Madre del Divino Pastor, uno de los centros educativos más prestigiosos de nuestra ciudad.

Aquellas hermanas dieron los primeros pasos en el nuevo continente acercando el carisma de María Ana Mogas, fundadora de la Congregación. Su misión fue educar en el colegio Nuestra Señora del Pilar. En 1966 la formación incluyó la Educación Secundaria tomando el nombre de Instituto Madre del Divino Pastor. En 1972 el IMDP comenzó a funcionar en su actual edificio.

La Congregación que llegó a Pilar, también se hizo presente en otros países de América Latina. “Caridad verdadera, amor y sacrificio”: es el legado de la Madre María Ana Mogas, que sigue presente en quienes forman parte de la familia carismática.

Aquel edificio inaugurado en 1972 modificó su fachada original y varias instalaciones se sumaron al predio. (..) El recorrido nos lleva directo a la puerta de la casa de las hermanas. El timbre marca nuestra llegada y la dulce sonrisa de la madre Licinia nos invita a pasar.

¿Qué significa para la congregación estar celebrando los 90 años en América?

En principio es un agradecimiento muy grande a Dios porque en aquel momento tres hermanas se ofrecieron para venir y extender la congregación en América. Por aquellos años, en España era problemático ser religioso o religiosa debido a que los mataban, y la congregación corría el riesgo de quedarse sin futuro. Ante todo esto pensaron muy bien los caminos a seguir y preguntaron quién se ofrecía voluntariamente para venir a América. Y así tres religiosas se ofrecieron. Una de ellas tenía un tío en Pompeya y los superiores se pusieron en contacto para que vinieran. Justo estos días yo estoy leyendo sus memorias, todo lo que ellas decían, cómo fue la despedida. Son relatos muy emotivos porque cuando llegaron no tenían nada.

Entonces, tenemos que agradecerle a Dios, y reconocer que la congregación se ha ido extendiendo porque vinieron aquellas primeras tres religiosas. Hoy tenemos los colegios, la atención a los barrios, tenemos el Hogar de San Pedro, y todas las acciones de Pastoral que se llevan adelante.

Y fue desde Argentina que la congregación continuó caminando, ¿en qué otros países están?

Estamos en Bolivia, porque primeramente se fueron para allá las 12 religiosas que siguieron a las tres que ya estaban en Argentina. Entre ellas estaba la Madre Ermitas, quien estuvo en Bolivia unos años, y después vino para acá.

Las religiosas después se fueron a Perú, Chile y Venezuela. En todos estos países está presente la Congregación con los colegios y con acción pastoral.

¿Las acciones pastorales dependen de cada realidad o existen proyectos generales?

En nuestras constituciones está muy claro cuando dice: allí donde están las hermanas van a ver cuáles son las necesidades prioritarias. Entonces al estar en los lugares se detectan las acciones a desarrollar de pastoral, de asistencia social. Por ejemplo, hace tres años que las hermanas se fueron a Boa Vista, en Brasil, en el límite con Venezuela. Allí nosotros hemos tenido que cerrar prácticamente los colegios por la situación política, entonces las hermanas se dieron cuenta que la gente estaba pasando al país vecino y surgió la idea de crear una casa y se concretó abriéndose para quienes lo necesitan. Nos genera una enorme alegría cuando vemos los videos de cómo están trabajando, y también un gran compromiso para ayudarlas en la tarea. Esa Casa está pensada para que en algún momento vayan laicos y puedan sumarse a trabajar en las acciones que se llevan adelante.

¿En qué lugares de Argentina está presente la Congregación?

Estamos en la Capital con el colegio María Ana Mogas, el cual tiene todos los niveles, otro de nuestros colegios está en El Dorado, Misiones, un espacio inmenso en el cual hay universidad y un profesorado para maestras, y en San Pedro que tenemos dos: el San Francisco y el Marianita, que nació junto con la beatificación de María Ana.

Los docentes del colegio San Francisco pensaron en hacer, a modo de gesto, algo concreto en el marco de la beatificación. Observando los lugares de la ciudad encontraron uno donde no había escuelas, los niños tenían que ir como podían caminando muchos kilómetros o a caballo, y pensaron en hacer una escuela. Esos docentes se ofrecieron a hacer su tarea gratuitamente, y así comenzó la congregación con un aula. 25 años después esa escuelita hoy tiene más de 700 chicos. Y el lugar donde funciona, que antes era un descampado, se ha poblado y hoy es el barrio María Ana Mogas.

¿Qué es lo que caracteriza y diferencia a los colegios de las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor?

María Ana Mogas, y la madre que la siguió, Concepción (que también fue educadora de alma), decían que es educar integralmente a los chicos desde el corazón; que sea el corazón el que realmente mueva a los docentes a llegar a esos niños, a ayudarles. Nuestra fundadora buscaba atender a esos niños que estaban en la calle. María Ana siempre trataba de integrar y que no existiera esa separación entre ricos y pobres, y que pudieran estar juntos todos en la escuela.

¿Cómo es la identidad del Instituto Madre del Divino Pastor?

A partir de la figura de María Ana está el esfuerzo de todos para que esto que ella soñó se vaya concretando: que sea un colegio abierto, ese colegio que integra a todos, que educa desde el corazón. En todos y cada uno de los que conformamos la comunidad está el esfuerzo para que no se pierda esta identidad.

Cuando hablamos de la familia carismática a la misma la conforman no solo los que estamos hoy, si no los que estuvieron, y tantos que pasaron por el colegio, donde quiera que estén siguen siendo familia. Los que estamos, los que estuvieron y los que vendrán queremos que siempre sea una familia carismática, entendiendo que fue el carisma lo que a María Ana la movió en el seguimiento de Jesús, porque de hecho lo que ella siempre deseó y quiso es que todos lo sigan a él.

Y la comunidad sigue eligiendo al Instituto para mandar a sus hijos.

Eso es gratificante, pero también un sufrimiento cuando ves que tantos chicos están en la lista de espera. Y a veces uno dice: cómo quisiera que todos pudieran ingresar, pero no es posible; ya es suficiente para los directivos, para los docentes y para los mismos chicos. Y las hermanas desde acá lo único que hacemos es acompañar con lo que podemos, pero es muy poquito.

¿Qué es lo que ustedes como religiosas realizan?

Las religiosas que estamos hoy aquí rezamos y pedimos para que pueda seguir el colegio con estos valores y con estos deseos de la madre fundadora.

Una de las hermanas, que es joven y ahora está en Moreno, trabaja mucho con la educación y es la responsable de guiarnos en Argentina sobre este tema. Ella, con la hermana Mabel (Delegada) participan de encuentros y reuniones para seguir evaluando y proyectando hacia el futuro. Para ver cómo nuestras escuelas responden a lo que la iglesia, también hoy, nos está pidiendo, y lo que el Papa está indicando que tienen que ser los colegios católicos.

¿Cuál es la misión compartida?

Eso es algo que comenzamos a recorrer hace ya como 22 o 25 años. Haciendo un poco de historia, a los colegios en un principio los llevan adelante únicamente las hermanas. Yo puedo decir que en Madrid vi al primer laico que entró en el colegio, donde eran más de 40 hermanas las que atendían la educación. Hoy la realidad es que hay dos o tres hermanas acompañando y los demás son laicos. Y aquí pasó lo mismo.

Nosotras vimos claramente que, si queríamos que los colegios sigan, porque hace algunos años parecía que no se podía, debíamos comprender que la educación era lo fuerte en María Ana y se hizo todo el esfuerzo que estaba a nuestro alcance, y los laicos respondieron. Entonces surgió una tarea conjunta. Una misión compartida entre laicos y religiosas siguiendo los pasos de María Ana.

¿Cómo se espera la canonización de María Ana? ¿Será algo que se pueda dar durante el papado de Francisco?

Eso realmente está en las manos de Dios, no lo sabemos. Nosotras cada día rezamos por la pronta canonización. Y yo en mi interior digo: quizá el Señor está esperando que se mejoren las cosas para que podamos estar, porque desde Pilar salió la delegación más grande cuando fue la beatificación de María Ana.

La canonización es algo que esperamos con mucha ilusión, quiera Dios que con el Papa Francisco se pueda alcanzar.

Clarisa Bartolacci en diarioresumen.com.ar