Como discípulas de Emaús, desde nuestra comunidad de Boa Vista, en el estado de Roraima, (Brasil), compartimos ecos de la Vida que resuena con fuerza en el Encuentro, a lo largo de estos últimos meses.

Aquí Le reconocemos al partir el pan, besando los pies desde la cruz y abriendo caminos hacia la dignidad humana, desde abajo y desde dentro, con abrazos sanadores.

Los signos de la Pascua se hacen reales en la vida y la misión concreta que abrazamos, aprendiendo a escucharnos como hermanas en nuestra comunidad intercultural. Acogemos nuevos servicios y envíos, nuestras idas y venidas, rehaciendo siempre desde la Novedad de lo que somos nuestra respuesta Carismática.

Llegada de Clementine a la comunidad

El día 5 de marzo recibimos con mucha alegría a nuestra hermana Clementine, de Congo. Celebramos la Eucaristía en nuestra Área Misionera São João Batista, presidida por nuestro querido obispo Don Mario Antonio, recientemente nombrado arzobispo de Cuiabá en Mato Grosso y celebrando el envío de los nuevos coordinadores y coordinadoras de las trece comunidades que la forman. Así como el agradecimiento por la entrega y disponibilidad de nuestra Hermana Lidia en nuestra comunidad y misión, celebrando su nuevo envío y acogiendo a nuestra nueva hermana. Ella está viviendo su proceso de adaptación, conociendo el contexto y la realidad. Actualmente, se encuentra realizando su voluntariado en el Servicio Jesuita a Migrantes y Refugiados y con las Hermanas Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta, sirviendo a las personas más vulnerables que están en la calle o en la primera acogida como migrantes y refugiados. En este lugar, ella ayuda a preparar y servir los alimentos, así como, comenzado a dar respuesta al clamor de los menores de edad, preparando actividades grupales socioeducativas emergenciales. Cada día van más niños y niñas. También, visita a familias, enfermos, apoya en la Catequesis y se prepara para continuar con sus estudios universitarios.

Desde la acogida y hospitalidad…

La acogida y la hospitalidad van siendo rasgos de nuestra identidad y misión aquí, desde el inicio de la fundación. Nos damos cuenta que van siendo para nosotras signos de la Pascua y nos sentimos llamadas a cuidar. Signo de humanidad, vida compartida, sinodal, y riesgo para dejarnos transformar en el encuentro. Nos van reconociendo desde la acogida y hospitalidad otras Instituciones.

Recibimos durante estos meses en nuestra casa a muchas personas… A la joven y alegre Sara, llena de proyectos y con su corazón sensible, venida de Alemania y encaminada por el padre Silas, sacerdote Jesuita. Compartimos juntas 3 semanas, donde ella realizó su voluntariado en el Servicio Jesuita a Migrantes y Refugiados, con nuestra hermana Clementine, junto a las Misioneras de la Caridad. Y en la casa de acogida Padre José María Velaz de la Fundación Fe y Alegría, donde actualmente realiza su misión nuestra hermana Sofía. Nos sentimos siempre bendecidas cuando se quedan en casa los hermanos y hermanas de la Alianza de la Misericordia, que viven en Venezuela y vienen a Boa Vista para descansar y comprar bienes básicos para mantenerse en Venezuela.

La presencia entre nosotras de nuestras hermanas de Venezuela y sus familias, encuentros con personas que necesitan ser escuchadas y acogidas, el grupo de mujeres que están dispuestas a realizar la formación para formar parte de AMAM, nos anima y nos da esperanza para seguir caminando en esta tierra. Para recrear y seguir dando forma a aquello que recibimos como Gracia, en ello estamos…

 “Ninguém solta a mão de ninguém”, no es un simple slogan.

Acompaña el camino de esta Iglesia samaritana y sinodal. Así sentimos cómo el Espíritu permite que nos sucedan tantas cosas, de la mano de María Ana, para no soltar las manos de nadie. Solas nunca podríamos, y la aprobación de los distintos proyectos de este año es otro signo de la Pascua para nosotras. Ladesol a través de tantas preciosas iniciativas en nuestros colegios, comunidades y personas de nuestra Familia Carismática nos lo recuerda, apoyando a personas en becas de estudios y todo tipo de ayuda sanitaria y emergencial.

Cáritas Diocesana de Santiago de Compostela,  apostando por el pago de alquileres a quien no le da para vivir y ayudando a emprender pequeños negocios de auto sustentabilidad…

Y MZF Franciscanos OFM de Alemania, facilitando la vida con sus burocracias en todo momento, para poder acompañar a  enfermos y posibilitando trabajo y felicidad a mujeres emprendedoras. Iniciando cursos de costura, de formación profesional, realizando talleres grupales de educación emergencial para niños. Acompañando situaciones muy sensibles de salud, que no están logrando ser atendidos en la red local porque se encuentra siempre colapsada.

Todo esto vivido y extensivo hacia la frontera, en el pequeño pueblo de primera entrada de nuestros hermanos migrantes y refugiados en Pacaraima y en la ciudad de Boa Vista, unidas y en red con las Hermanas de San José y otras Instituciones.

En este signo de la Pascua de la Caridad Verdadera, se nos manifiesta diariamente la Providencia y Bondad de Dios en personas, gestos y presencias que nos evangelizan al modo de Francisco de Asís y María Ana Mogas.

El clamor de los pueblos indígenas

Otro signo elocuente de la Pascua nos llega a través de las voces de nuestros pueblos indígenas de Brasil y de Venezuela desde un éxodo forzado, con dolor y asombro por el abandono del Gobierno. Y unas elecciones próximas en Brasil que nos invitan a encantar la política, como nos recuerda la Iglesia aquí, y recuperar la dimensión política y profética de nuestro ser cristianas y cristianos.

Estos clamores de los pueblos originarios en el estado de Roraima atraviesan nuestra vida diaria, en los rostros de los pueblos Yanomami perseguidos y expulsados de sus territorios por el agro negocio, así como la falta de existencia de caminos de integración para los pueblos indígenas de Venezuela en este país, sólo existiendo la acogida, emergencia y asistencial.

Acompañamos la resistencia y esperanza de estos pueblos con dolor, unidas a las acciones concretas realizadas desde todas las Instituciones de la Iglesia Católica y nuestra respuesta como Congregacional en todo aquello que podemos.  Recibimos la información que los campos de refugiados de indígenas de Venezuela iban a ser reunificados en uno solo con capacidad para más de 3.000 personas. Un grupo de 250 permanecieron resistentes a no salir, pidiendo caminos de integración, no una reubicación.

Su clamor y dolor fue acogido y escuchado, impactando en nosotras, gritando por vida digna, libertad, respeto y una tierra. Y nos sumamos a todas las acciones realizadas como sociedad civil e Iglesia. Y ahí seguimos, acompañando al pie de la cruz. Aprendiendo a estar.

En dos experiencias últimas vividas por nuestra comunidad, agradecemos profundamente al Dios de la Vida estar en frontera y aceptar la llamada a dejarnos transformar para ser mujeres nuevas, franciscanas, misioneras y pastoras…

La celebración de envío de nuestro obispo Don Mario a la Diócesis de Cuiabá,

donde sentimos con fuerza la entrega de una vida humilde, alegre, conectada a la realidad. Pastor bueno al lado de su pueblo, con corazón de hermano, a los pies del Crucificado y los crucificados, anunciador y profeta… Amante de la comunión, creador de redes, valiente… con su acogida a nosotras desde que llegamos a Boa Vista. Nuestro profundo agradecimiento le acompañó a través de nuestra hermana Yolanda a Cuiabá, con un grupo representativo de nuestra Diócesis.

Y la presencia entre nosotras de Naty y Luis,

un matrimonio colombiano de la red Jesuita de hospitalidad para migrantes y refugiados para América Latina y los Estados Unidos. Una presencia amorosa y humilde, transformadora que nos conduce a reconocer LE al partir el pan, besando los pies desde la cruz y abriendo caminos a la dignidad humana, desde abajo y desde dentro, con abrazos sanadores, gestos humildes que alimentan el espíritu…

Gracias por su cariño y comunión, llamados y llamadas a ser instrumentos de Paz, mujeres y hombres de la Pascua.

Hermanas Sofía, Clementine y Yolanda.

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