Nuestra hermana Yolanda Olivera, de Boa Vista, comparte un artículo de reflexión elaborado en el curso de diplomado: “Protección y Cuidado de Niños, Niñas, Adolescentes y Personas Vulnerables”, organizado por el CELAM y la CLAR.
Hazme justicia frente a mi adversario
Comenzando con la parábola del Evangelio de Lucas, 18, 1-8, donde una viuda pide justicia y el juez por la insistencia de la mujer, resuelve hacerle justicia.
“Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle: hazme justicia frente a mi adversario (…) Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”.
Teniendo como referencia la perseverancia de esta mujer, voy a presentar una reflexión de la unidad trabajada, “Conociendo a las personas abusadoras”, en el diplomado de Protección y Cuidado de Niños, Niñas, Adolescentes y Personas Vulnerables.
La sociedad en la que vivimos:
Vivimos en una sociedad generalmente violenta, abusiva e individualista que refuerza los roles, conductas, y patrones machistas hegemónicos que están manifiestos y latentes en nuestras relaciones. Estos patrones son muy sutiles y requieren de mucha vigilancia para poderlos identificar. De ahí, la importancia de estar atentas y atentos para construir relaciones y límites sanos. Porque este sistema nos puede envolver muy fácilmente.
También sucede esto en nuestra Iglesia, que está construida por cada una y uno de nosotros. También vivenciamos estas relaciones machistas. A este sistema lo podemos llamar autoritarismo y clericalismo, construido y reforzado diariamente. Esta organización sistémica, es el “nido seguro” para que la persona abusadora se pueda proteger, silenciar y encubrir.
Pues como sabemos, por mucho tiempo hemos sido cobardes para denunciar y bajo capa de bien y justica hemos encubierto a las personas abusadoras. Hemos utilizado el nombre de Dios, diciendo “la Iglesia es madre”, ella protege y cuida. Sin embargo, gracias a la insistencia de las víctimas, hemos reconocido y estamos reconociendo y colocando a disposición de la Justicia a los abusadores. Aunque aún nos queda mucho por hacer.
Cuando escuchamos una noticia, “una persona adulta violó o agredió sexualmente a una niña o a un niño” rápidamente decimos que es “depravada, enferma, es una persona pedófila”. ¡Cuidado, con estas afirmaciones! No podemos decir que existe un perfil único del abusador, sí podemos hablar de unas características y factores asociados a las personas abusadoras. Esto nos ayudará a no caer en generalizaciones.
Las personas abusadoras
Las personas abusadoras pueden ser de cualquier estrato social, nivel educacional, profesión, género, orientación sexual, estado civil y religión. De ahí que, es esencial, que cuando tengamos que escuchar a un supuesto abusador tenemos que tener presente el contexto, la cultura, la historia y la religión. Así como, contar con un equipo multidisciplinar para realizar un análisis objetivo y no caer en los mecanismos de defensa que utilizan las supuestas personas abusadoras.
Los mecanismos de defensa de las personas abusadoras:
Los mecanismos de defensa más utilizados por los supuestos abusadores son la manipulación con tendencias a utilizar la negación, la proyección, la racionalización, la minimización y la parcialización. Sienten culpa y vergüenza interna, pero públicamente niegan todos los hechos.
Es importante mencionar que existen personalidades con tendencias abusivas (inmaduras), las cuales caracterizan los siguientes rasgos:
- Narcisistas, personas egocéntricas que tienen una preocupación extrema por sí mismas.
- Histriónicas, son emocionales y dramáticas, les encanta atraer la atención.
- Las que sufren el trastorno de personalidad Límite –Bordeline, inestables en la relaciones, muestran cuidado excesivo con su autoimagen, ánimo y comportamiento, son hipersensibles al posible rechazo y abandono.
- Y por último, la personalidad Antisocial, manifiestan desprecio por las consecuencias y los derechos de las demás, son imprudentes, engañosas y buscan placer sin remordimiento.
Algunas señales de alerta o indicadores para poder identificar a las personas abusadoras:
En un estudio realizado por Stephen J. Rossetti, en el 2018, señala algunos indicadores que nos pueden ayudar a estar atentos al momento de escuchar y acompañar a un supuesto abusador, los cuales son:
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- Son personas que tienen dificultad para relacionarse con sus pares: presentan dificultades para construir relaciones íntimas y significativas con sus compañeros y compañeras. Les agrada tener juegos infantiles en su cuarto, disfrutan viendo películas infantiles. Sienten placer estando con los niños, niñas y adolescentes.
- Muestran interés desmesurado por los niños y niñas: coleccionan sus fotografías, frecuentan lugares que frecuentan los menores. Construyen “amistad” con los adolescentes en las redes sociales, les ofrecen regalos.
- Violaciones de los límites físicos con menores: les agrada tocar físicamente, abrazar a los niños, niñas y adolescentes. Por ejemplo, nadar junto con ellos. Buscan tiempo para estar con ellos en privado, lejos de los ojos de los adultos. Los llevan de viaje. Cuando cometen el abuso sexual les dicen que es una relación en secreto solo entre ellos.
De ahí que es importante, estar atentos y atentas a todos esos indicadores, para cuando nos toque escuchar y acompañar a un supuesto abusador, tengamos las herramientas necesarias para poder intervenir desde la objetividad, la empatía, la asertividad, la neutralidad y la transparencia. Así como, estamos llamados y llamadas a conocer los documentos recientes de la Iglesia, junto con las leyes civiles de cada país.
Finalmente, quisiera decir que la misión de la Iglesia es anunciar y predicar el Evangelio, para ello necesita recobrar su autoridad moral, que por los delitos, los abusos sexuales cometidos por clérigos, religiosos/as y laicos/as hemos perdido. Necesitamos pasar por un camino de conversión y purificación. Nuestra postura tiene que ser cero tolerancia al silenciamiento.
Vivir el Evangelio es siempre un riesgo. Nosotras como Vida Religiosa, tenemos la gran responsabilidad de denunciar los abusos sexuales cometidos a niños, niñas, adolescentes y personas vulnerables, aunque nos cueste un alto precio, denunciar los hechos con valentía profética, propio de nuestra Vida Consagrada y de toda persona cristiana que ama y vive el Evangelio.
Hna Yolanda Olivera Alberca