Fray Massimo Fusarelli, Ministro General de la OFM, nos ofrece esta reflexión desde la contemplación de la cruz en el monte Alverna.

En el atrio del Santuario del monte Alverna se yergue una gran cruz sobre el valle, y en cierto sentido sobre todo el mundo. Durante la Cuaresma del 2024, año en que recordamos los estigmas de San Francisco, la contemplo con ustedes, para preguntarnos cuáles son las claves que nos ofrece para celebrar hoy la Pascua del Señor.

  • ¿Qué claves nos da la cruz para atravesar este tiempo marcado por la “mentalidad de guerra”? ¿Qué provoca en nosotros? ¿La estamos sufriendo? ¿Cómo podemos hacer resonar todavía hoy el saludo del Resucitado: “¡La paz esté con vosotros!” que San Francisco hace suyo con “El Señor os dé la paz”?
  • ¿Qué clave nos da la cruz para mirar con ojos abiertos la escandalosa realidad de miseria y empobrecimiento de muchos, junto al enriquecimiento de unos pocos? Un efecto de ello es también la situación de tantos emigrantes, nunca tan numerosos en la historia. ¿De qué lado estamos?
  • ¿Qué claves nos da la cruz para leer la realidad de la persecución de tantos cristianos, más numerosos hoy que en la Iglesia primitiva? ¿Recordamos que arriesgar la vida por el Señor forma parte simplemente del discipulado cristiano?
  • ¿Qué clave nos da la cruz para discernir las esperanzas y trabajos de nuestro camino como Iglesia, vida religiosa y también en nuestra Familia? Pensemos, por ejemplo, en las realidades de disminución y debilidad que experimentamos hoy en distintas partes del mundo. ¿Es sólo un problema que hay que soportar o también un pasaje pascual para nuevas formas de ser discípulos de Jesús hoy?
  • ¿Qué clave tiene la cruz para que escuchemos el grito de nuestra casa común, con los signos más que inquietantes que tenemos ante nuestros ojos? ¿Queremos negarlo, deteniéndonos como tantos ante la sospecha de una “ideología ecológica”, o podemos optar por una lectura sabia de los signos de los tiempos para actuar en consecuencia?

En estos y tantos otros signos que experimentamos, las palabras de Pablo son hoy más fuertes que nunca: “Toda la creación gime y sufre hasta el día de hoy dolores de parto” (cf. Rm 8,22).

¡Que la complejidad de este trabajo no nos paralice! Que la sombra y la luz de la gran cruz del Alverna, especialmente este año, nos ayuden a otear un horizonte más lejano, a leer a la luz de la Pascua del Señor los dolores de muerte y de vida presentes en el mundo.

No olvidemos hacer estas preguntas, hagámoslas personalmente, en nuestras fraternidades y con los laicos con los que compartimos el camino.

¡Feliz camino hacia la Pascua!