Seguir tejiendo la verdadera existencia de fe en su promesa:
«El que pierda su vida por mí, la encontrará» (Mt 10, 37-42)
Como Comunidad Educativa, del colegio “Santa Isabel de Hungría” Lima- Perú, hemos celebrado ¡Un día especial, una fecha maravillosa! Una historia de AMOR.
Celebrar 50 años de vida consagrada es un motivo muy especial, para dar gracias a Dios por el DON de la llamada que M. Plácida Torralba recibió y respondió con alegría y entrega generosa.
Hace 50 años Dios la miró con amor, quiso contar con ella para continuar su obra y la invitó a una misión especial; lo esencial es y será siempre el amor de Dios que dirige su vida y la cuida desde dentro. Solo en torno a su amor, se ha ido forjando su existencia y misión como Franciscana Misionera de la Madre del Divino Pastor.
Cuántas veces hemos repetido en situaciones de nuestra vida, tanto alegres como de tristeza… “no tengo palabras cómo expresar lo que en mí está pasando en estos momentos”.
Pues la verdad, que también tengo que acudir hoy a esa misma expresión ¡Me faltan palabras para manifestar para compartir con vosotras lo que en este día 22 de septiembre en la celebración de mis 50 años de vida consagrada “Bodas de Oro”, en todos esos años transcurridos, siempre, cada día, cada instante, unida, sostenida en Él. Así como la hiedra que se mantiene en medio de su fragilidad, en el tronco que le da la fuerza y la lozanía!
Gracias mi Dios por tu llamada, por tu Amor, Gracias hermanas, a tantas hermanas como en estos 50 años, unas más que otras pero todas desde su realidad, habéis sido REFERENTE en mi caminar.
Sostenida en ÉL quiero estar siempre cómo fue hasta ahora.
¡GRACIAS!
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¡Felicitaciones, Parabienes, Congratulaciones Madre Plácida por tan hermoso y significativo acontecimiento! A la distancia, oración de gracias, de bendición y petición para que ésta, su vida consagrada a Jesús según el ideal y estilo de seguimiento del Evangelio de Francisco y María Ana, siga dejándose moldear y derramar en los /as Hermanos/as con «Paz y Bien» en «Amor y Sacrificio».
Un abrazo fraterno: AMAM CHILE.
Mi querida Placi: Me uno a tu alegría y acción de gracias a Dios por el SÍ que u n día le diste al Señor y por el sí de cada día de esos 50 años, que entre luces y sombras, con sol o con lluvia, con calor o frío, tú has permanecido fiel. El Señor ha estado grande contigo y estamos alegres por ello. Sabes que a pesar de la distancia y de tantos olvidos, estás muy presente en mi corazón y en mi plegaria. Un gran abrazo, amiga y hermana. Que sigas siendo feliz manteniendo viva tu alianza con Quien te amó y eligió.