Cada 6 de noviembre, “hacemos memoria de nuestras hermanas mártires, Asumpta, Isabel y Gertrudis,  testigos de la fe. Ellas nos invitan a preparar nuestro corazón para que el Amor y Sacrificio sean el camino irrenunciable de servicio y entrega a los hermanos y hermanas más vulnerables.

Hacer memoria, hoy, de nuestras hermanas mártires, es una nueva llamada a ahondar en nuestra vida la fe recibida. Profesar la fe con la boca, implica vivirla en el corazón y mostrarla con las obras: Ser testigos”. Eran las palabras con las que la M. General iniciaba su acción de gracias al finalizar la eucaristía.

Una Eucaristía entrañable, celebrada en la Casa Madre, en la que, en tono de alabanza, Rosario concluía su mensaje final:

Alabado seas, Señor, por nuestras hermanas Asumpta, Isabel y Gertrudis,  por su fortaleza, la solidez de su fe, la inmensidad de su amor y la grandeza de su esperanza que nos invitan, hoy, a ser memorias vivas…. Para seguir en el camino… dando testimonio de fe y verdad en el mundo”.

 

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